Por Rosa Marzo y Sara Bono. Gestoras Culturales.
¿Os gusta realizar una visita con un guía turístico? ¿Es la visita guiada un servicio útil en una institución cultural? ¿Qué nos aporta? ¿Y de qué modo?
Desde nuestra propia experiencia podemos decir que no nos gusta realizar visitas guiadas a cualquier tipo de exposición, yacimiento arqueológico o monumentos. ¿Por qué? Porque nos aburrimos. Vamos a explicar porque no nos resulta estimulante a la gran mayoría de gente, que una persona explique e informe sobre un determinado bien patrimonial. Pero antes, queremos advertir que hay excepciones, y sabemos que hay visitas guiadas que sí son necesarias para poder entender un lugar o conocer datos curiosos, aunque está no debe ser la típica visita que la guía habla y habla y no hace caso de lo que el público necesita. Debe ser interactiva. Por ejemplo, si vas a un yacimiento y no eres arqueólogo, sí que necesitas una guía que te explique qué significan las “piedras”.
Entonces, ¿Cuál es el problema de los guías de visitas culturales? Intentaremos resumirlo en cinco puntos:
1. Discursos no diferenciadores.
Un gran error que cometen muchos guías turísticos es que no tienen en cuenta la edad, ni los conocimientos del grupo al que se dirigen. No sé puede explicar lo mismo a un grupo de niños, a unos jóvenes, que a un grupo de la 3º edad. Al igual que no se debería seguir el mismo discurso a un grupo de profesionales en la materia (pongamos el ejemplo de historiadores, arqueólogos…) que a un grupo formado por familias o extranjeros que vienen a conocer llanamente nuestro país. El problema es, que se explica lo mismo a unos y a otros.
Un ejemplo de lo que hablamos nos ocurrió en un yacimiento arqueológico. La visita guiada fue un tostón por estar contándonos cosas que ya sabíamos (éramos todos historiadores y algunos arqueólogos), y justo al lado, había un grupo de niños pequeños. Y para sorpresa nuestra, le estaban contando lo mismo que nosotros. El desenlace de todo esto: desconectas y te vas a fantasear en un mundo imaginario.
2. Información general y cuadriculada.
Además, esta problemática se agudiza a la hora de hacer viajes organizados. Tenemos miedo cuando vemos que un viaje es organizado, pues mezclan gente muy diferente y te explican todos los lugares el mismo guía a grandes rasgos sin dejarte indagar más en el lugar o profundizar más en los conocimientos.
Un ejemplo de esto nos ocurrió en Hierópolis, Turquía. Empezamos a preguntar al guía sobre el yacimiento y no conocía casi nada. Tampoco supo decirnos bibliografía. Sólo explicó la inmensidad de Pamukkale, que son terrazas blancas con aguas termales, el elemento turístico más llamativo.
3. Inexistencia de material didáctico.
Otro error que cometen muchos es el hecho de no venir preparados con material didáctico para amenizar la visita. Muchos profesionales ven estos materiales con malos ojos. Y la verdad, no entendemos ese rechazo. Todo material que ayude a la comprensión, la curiosidad y aumente el grado de satisfacción de los visitantes… ¡bienvenido sea! Da igual que sean unas hojas plastificadas con imágenes que una tablet con contenido multimedia. Es el caso que he vivido yo a la hora de exponer la huerta de Valencia, para explicar las diferentes etapas del campo, una simple hoja plastificada con fotografías sobre cada etapa, ilustra y hace que los visitantes lo entiendan. Que no sientan que son conceptos abstractos.
La cuestión estriba en que el profesional debe entender que no está hablando para él (y hasta a los profesionales en la materia se aburren de este método cuando son ellos los visitantes). Sino que está hablando a otras personas. Ahora el visitante no se conforma con escuchar. Si quiere información sobre una pieza museística, un monumento o un personaje histórico sólo tiene que buscar por internet con su dispositivo móvil para recibir la información que desea. Y a una mala están los catálogos o los libritos de guías turísticas. Información hay mucha. Maneras de contarla y de vivirla, por lo visto, las mismas de siempre. No se actualizan los métodos. Y se repite la misma fórmula una y otra vez. No existen apenas ofertas diferentes, interactivas y más didácticas. Y esto, en nuestra humilde opinión, es un gran fallo. Existen algunos casos excepcionales, pero, por desgracia, suelen ser pocos y no en los lugares más recurrentes (por ejemplo: grandes museos o los centros de las ciudades), sino en nuevos espacios que se visitan, es decir, nuevos productos culturales.
4. Información unidireccional. No bidireccional.
Otro dato al que debemos prestar atención es que cuando hemos visitado ciudades, suelen haber sido visitas muy monótonas con la guía hablando y hablando sin hacer ninguna pregunta, ni interesarle si te estás enterando o no. En nuestra opinión, lo peor que puede hacer un guía es usar tecnicismos. El público que contrata una guía con conocimientos generales (dejo a parte los viajes temáticos o científicos) no quiere aprender toda la terminología científica, sino que quiere que le traduzcan los conocimientos a un lenguaje que pueda entender fácilmente, porqué no olvidemos que es una alternativa de ocio. Y, sobretodo, el guía, el gestor o el que organiza la visita, debe olvidar la frase “El visitante debe ser autodidacta, por eso hay que hablarle con terminología científica, eso sí explicarla en ese momento, y sabe que viene a aprender”. Olvidar el “rol” de profesor especialista, y cambiarlo por un “rol” en el que el visitante se sienta cómodo y libre.
Las visitas guiadas, en su gran mayoría, no despiertan sed de conocimiento ni de curiosidad. Sino que matan la creatividad gracias a su discurso unidireccional. Se deben propiciar los discursos bidireccionales. O lo que es lo mismo, la participación social entre visitantes y el profesional. Una visita donde todo el mundo pueda realizar su pequeña contribución. Donde se puedan realizar y responder preguntas y dudas. Y en general, donde se genere un debate en el cual todo el mundo puede participar de sus opiniones. La interactividad con el visitante es vital. Debe ser necesario que cada visitante aporte su experiencia y conocimientos creando una visita más enriquecedora y haciéndolos sentir parte activa de la visita.
Es curioso, pero una historia verídica es la de mis abuelos. Fueron a una visita organizada por el centro de Valencia. Les enseñaron el “Museo del Patriarca”. Ellos lo calificaron como: “La chica se esforzaba, pero al final siempre decía lo mismo en todos los cuadros y estábamos todos resoplando, parecía que nunca iba a terminar”. Luego, fueron a “La Nau de la Universitat de València”, su opinión fue “Un hombre muy simpático nos contó que una mujer había ido allí y le había dicho narizón a un cuadro, fue muy divertido”. Eso es lo que buscan. Contar anécdotas, hacer que se rían, dejar espacios de relax para relajar el ambiente de conocimientos científicos. Claro está que se debe adaptar al perfil del visitante, en este caso era un público general de edad avanzada, que iban a pasar el día.
5. Falta de entusiamos del guía de la visita.
Por desgracia, en la mayoría de los casos encontramos una gran falta de entusiasmo por parte del guía. Y esto se nota. Los guías están cansados de repetir su monólogo una y otra vez a sus clientes. Es la falta de no innovar y probar cosas nuevas. Y para postre, te recomiendas restaurantes y tiendas, e incluso te llevan a ellos, perdiendo minutos de tu visita en ese sitio. ¿Por qué hacen esto? Muchas veces porqué de estos lugares extraen financiación, o bien les ceden el lugar o van a comisión. Estos casos son muy notorios cuando visitas lugares gastronómicos, por ejemplo, sobre el embutido, siempre acabas comprando un chorizo. Esto es una buena iniciativa para lograr financiación pero se debe hacer de forma muy sutil para que el visitante no sienta que le estás vendiendo nada y le estás haciendo perder el tiempo.
Claves para realizar visitas guiadas más interactivas
- Fotografías. Que las puedan subir a internet y comentarlas (Flickr, un blog, etc.). Que la experiencia no termine con la visita, sino que posteriormente haya feedback. También pueden realizarse gymcanas fotográficas donde deben encontrar ciertos elementos patrimoniales y fotografiarlos.
- Participación de los consumidores a través de los canales online como Twitter, Facebook, Flickr…
- Participación offline mediante la lectura de poemas, citas históricas… hay que darles protagonismo a los visitantes. Tal vez no a todos los miembros de un grupo, pero sí a unos pocos.
- Material didáctico-educativo tanto antes, durante como después de la visita dependiendo del perfil de cada visitante. No es lo mismo un escolar que una persona mayor: maletas didácticas; objetos que se pueden tocar; vestimentas; dossier con actividades.
- Talleres para después de la visita guiada.
- Back stage. Después de la visita, esta se puede comentar con profesionales como un conservador de un museo, un historiador de arte… El objetivo es generar debate.
- Realizar no sólo visitas culturales, sino a la vez gastronómicas. Amenizan la visita además de que a la mayoría de la gente le gusta probar los productos gastronómicos típicos de cada zona.
- Utilizar datos curiosos. No tanto tecnicismo (que pocas personas pueden conocer). Sino datos que despierten interés. Un ejemplo: Pollock era un borracho; Warhol tenía un ansia ferviente por convertirse en un ídolo y conseguir fama; etc. Son datos que aportan valor sentimental y emotivo y que ayudan a comprender mejor la historia de un lugar, un artista o personaje histórico.
- Storytelling. Hay que buscar un vínculo que una las emociones de las personas con la historia. Acercar el patrimonio de manera sencilla y comprensible.
A modo de conclusión ¿Existen casos de éxito de visitas didácticas que cuenten con la participación ciudadana?
Sí, existen. Un ejemplo son los conocidos “Greeters”, famosos en otros países de Europa. Un “greeter” acompaña al guía turístico durante la visita aportando datos curiosos sobre edificios de la ciudad (aquí venía a tomar el café tal escritor), personas famosas (tal actor se alojo en este hotel) y anécdotas variopintas en un lenguaje más coloquial. De esta manera, la visita se convierte en un paseo más familiar y anecdótico, mientras que los datos históricos te los cuenta el guía turístico.
Como guía también he experimentado casos curiosos. Hubo un caso de éxito debido a la participación de los visitantes. Un grupo de adolescentes vino a una visita a la Huerta de Valencia. Por definición, un grupo en esa franja de edad ya es un grupo con una dificultad añadida, porqué no suelen estar mucho tiempo atentos y en la mayoría de los casos “desconectan”. Les enfoqué la visita como si ellos fueran los agricultores, la visita giró sobre “Si tú fueras agricultor, ¿Qué harías para sobrevivir?” Además, se hizo mucho hincapié en que contaran cosas de su zona, si los cultivos eran parecidos, si tenían campos, cómo los cultivaban. Al final la comunicación era 50%-50%. Ellos hablaban lo mismo que yo, les preguntaba y ellos debatían hasta llegar a entender la vida en el campo o incluso ¡los ingresos que podrían obtener! La verdad es que fue una experiencia muy gratificante. También hay que decir que no todas las visitas son iguales, los públicos son diferentes, con apetencias diferentes.
Por suerte, ahora hay empresas culturales que ofrecen visitas guiadas con talleres que realizan visitas pensando en la importancia de que sus clientes se diviertan y participen activamente de la actividad socio-cultural. Empresas innovadoras, con nuevas prácticas culturales y donde lo online y lo offline no están reñidos, sino que caminan los dos de la mano. Queda un largo camino por recorrer en el competitivo mundo de los guías culturales/turísticos, muchos de ellos obsoletos a más no poder, no obstante, podemos decir, que existen alternativas diferenciadoras de disfrutar de estos productos culturales. Sólo hay que buscarlos en internet. Y de esta manera podrás encontrar una visita a un museo donde practicarás el inglés; un yacimiento donde tendrá un campo de pruebas en el cual se podrá experimentar a fabricar utensilios líticos o ser un arqueólogo; o talleres didácticos antes o después de la visita a un museo o por los monumentos más importantes de la ciudad.
Así que, ¿A favor o en contra de qué los guías culturales/turísticos utilicen materiales didácticos para amenizar la visita?