Por José Antonio Barcia Subirats. Licenciado en Historia del Arte. Profesor Gestión Cultural 2.0.
¿Qué salidas tiene?
Esa es, hace 15 años y ahora, la gran cuestión que uno se pregunta cuando tiene que señalar en el impreso Universitario post selectividad la carrera que va a elegir, y que marcará en mayor o menor medida el resto de nuestras vidas, para bien o para mal.
Si lo pensamos con atención todo esto quiere decir por tanto que en teoría hay carreras con salidas y otras sin salidas, lo que hace que uno se pregunte sobre estas últimas:
¿Para qué existen?
Esa pregunta equivale a pensar automáticamente, a no ser que lo tengas claro bien por vocación o por imperativo familiar…, qué titulación será la que mayor número de empresas estarán buscando en un Curriculum Vitae. O lo que es lo mismo qué carrera tenemos que hacer para tener mayor número de posibilidades de encontrar trabajo y ya de paso que sea bien remunerado. Es decir una mentalidad pasiva.
Pero si además eres de “letras”, como es mi caso (soy Licenciado en Hª del Arte), esa pregunta tiene el doble de importancia, ya que tienes que elegir con mucho cuidado, para tener un mejor o peor futuro. Ya que no sólo se “consideran” carreras con “menos salidas” (o incluso “sin salidas”), aceptado alegremente por la sociedad desde siempre, sino que en el propio ambiente universitario “de letras” fomentan el elitismo chovinista vocacional, justificando estas carreras sólo por el puro placer de aprender, por la cultura y sabiduría que te dan, por la rancia tradición académica, y lo orgulloso y privilegiado que te debes sentir teniendo tanta cultura y estar tan “elevado” por encima de los demás mortales…
Justificaciones, que además, son seguidas por bastantes universitarios mientras hacen estas carreras, hasta que dejan atrás el utópico, ficticio y endogámico departamental mundo universitario, y se dan de bruces con la realidad. La realidad en mayúsculas. Momento en el que te sientes al borde de un abismo, abandonado a tu suerte, sólo, y con otra terrible pregunta en tu mente:
¿Y ahora qué?
Porque el mundo universitario de letras es muy interesante, hermoso, culto y profundo, sí, todo eso y más, pero también es un mundo que le da la espalda al mundo laboral completamente, para desgracia de los alumnos. Aunque durante años nos han convencido de que eso debía ser así, porque eran «carreras vocacionales«.
Y eso es falso. Hay salidas. Pero el sistema universitario está diseñado de tal manera que debes seguir formándote para orientarte en una profesión una vez que acabas la carrera, con máster, cursos de postgrados etc. ¡Ojo! Seguir formándote es necesario, bueno y aconsejable, lo malo es cuando no te enseñan una profesión durante la carrera, como debería ser, y menos te integran en la red laboral, que es una total desconocida cuando sales de la carrera, y te pasas meses (sino años) pensando en qué profesión “encajas” con los conocimientos adquiridos, eso sí, si no sigues la senda de la oposición o el doctorado, que como muchos os dirán “son las únicas salidas de este tipo de carreras”. Y no lo son. Pero el sistema no ve más allá. Porque no va de la mano del devenir del mundo. Se ha quedado obsoleto. Y es uno de los responsables directos del gran número de parados universitarios que hay en este país.
Como dice Ken Robinson “El problema es que el actual sistema educativo fue diseñado, concebido y estructurado para una época diferente. Fue concebido en la cultura intelectual de la ilustración, y en las circunstancias económicas de la Revolución Industrial.” Y añade:
[…] fue desarrollado sobre una completa serie de supuestos sobre la estructura y capacidad social, […], manejado directamente a través de un modelo intelectual de la mente que esencialmente es la visión de inteligencia de la ilustración. La verdadera inteligencia consiste en nuestras capacidades de razonamiento deductivo y el conocimiento de los clásicos y sus nombres, lo que vinimos a pensarlo como habilidad académica, […] realmente hay 2 clases de personas: académicas y no académicas.”
Ken Robinson se refiere al sistema educativo desde la escuela, no sólo universitario, pero en sus palabras podemos ver el origen del problema de la disociación entre la universidad y el mercado laboral. En este vídeo habla sobre la educación en general, pero se pueden sacar muchas conclusiones aplicadas al mundo académico: Las escuelas matan la creatividad.
Nuestro sistema se adecua perfectamente a estas palabras. Al final del colegio debías “elegir” entre FP (Formación profesional) o Instituto. Y en el instituto si eras de “letras” o de “ciencias”, básicamente. La primera elección encaja con los dos tipos de personas según la ilustración: “académica y no académica”. Por lo que la primera división entre lo “intelectual” y lo “laboral”, comienza aquí con apenas 14 años. Incluso durante años se consideró “de segunda” los que elegían FP, y voy más allá, los profesores en 8º de EGB (Educación General Básica), en un expediente final “recomendaban” si el niño debía ir a FP o al Instituto dependiendo si era “mejor o peor estudiante…»
Por lo que desde muy temprana edad, hacen una división entre lo laboral y lo académico, como caminos independientes, que ya se arrastrará durante toda la vida estudiantil, y social.
Y es un gran error.
Durante el boom inmobiliario pasó lo mismo pero invertido, los jóvenes preferían trabajar que estudiar una carrera, “para ganar dinero”, y muchos alegaban “para qué voy a estudiar si luego voy a ir al paro”…
Y tenían razón, a medias.
Era cierto que había mucho paro universitario (no es algo de ahora) y también era cierto que durante mucho tiempo estudiar una carrera se asociaba, y no sin motivos, a eso, a estudiar, y luego “Dios dirá”… Y ahí radica el problema que estamos viendo de la integración universidad-empresas, que viene de lejos.
Pero tenían razón a medias, porque al pensar así también ellos se cerraron muchas puertas, lo que ha sido una verdadera tragedia laboral, ahora que no hay trabajo en la construcción y todos los trabajos asociados.
Como vemos el alto porcentaje de parados jóvenes proviene en gran medida de nuestro sistema educativo, universitario y productivo.
Por lo que llegados a este punto vemos como en nuestro sistema de estudios hay dos graves problemas, para la inserción laboral de nuestros universitarios:
- Disociación entre lo laboral y lo académico, socialmente aceptado.
- Sistema universitario no integrado con el mundo laboral, independiente e inamovible.
Una frase de un profesor que tuve en la carrera resume lo que quiero decir sobre el sistema educativo universitario Español, especialmente el del llamado “de letras”: “La carrera de verdad comienza cuando acabas la carrera”.
¿La de verdad? Define a la perfección que durante los 5 años que estuve de carrera, estuve en una “burbuja” aislado del mundo real, que me encontré al salir, y ninguna asignatura, ningún profesor nos habló de ello, y para tener experiencia laboral y la formación específica necesaria tenía que buscarla (y costearla) por mí cuenta. De hecho cuando hice el CAP (Curso de Adaptación Pedagógica), ya pensaba que era una “pérdida de tiempo”, en el sentido de que debía estar el CAP integrado como asignatura opcional durante la carrera, y con muchas más prácticas que una semana en un instituto… Ahí me di cuenta, con apenas 23 años, que no sólo “mi carrera” no estaba adaptada al mundo real, sino que todo el sistema no lo estaba.
En aquellos años pensaba en las conspiraciones… en que querían tenernos así, como “borregos”, que todo formaba parte de un plan mayor de control o era un “sacadinero”… ahora con el tiempo, la experiencia, la perspectiva y que se me ha pasado la etapa conspiracional propia de esa edad… veo que lo único que ocurre es pura dejadez, puro conformismo del sistema, comodidad por el “statu quo”, o como prefieras llamarlo.
Como ejemplo de esta dejadez, vemos como ahora están surgiendo nuevas profesiones, relacionadas con las TICs y en las que los profesionales “de letras” tienen gran importancia, y mucho que decir, como los Content Manager, Community Manager, docentes 2.0 etc. y sin embargo en el entorno universitario no se habla de ello (o se habla poco) ¿Por qué?
Paralelo a la carrera, estudié “por mi cuenta”, diseño web, allá por los noventa… así que pude dedicarme durante años a ese mundo. Un par de años después de acabar mi carrera, volví a mi facultad para proponerle al director del departamento de Hª del Arte hacer un proyecto digital, en el que toda la biblioteca estaría informatizada, así como usar diferentes aplicaciones para las clases. Ya le hablé por entonces de internet, y sus posibilidades. Después de la primera frase, dejó de oírme. Y acabó diciendo “no me interesa esas cosas de la tecnología”. Era un hombre de apenas 50 años, era catedrático y daba arte contemporáneo…
Ahora ponen como excusa la crisis y que no hay fondos. Pero mienten. Antes eran sinceros: NO les interesa cambiar. Y ese es el problema.
No es cuestión sólo política, o económica, no nos engañemos, es también responsabilidad de los dirigentes de nuestras universidades y de los universitarios, exigir este cambio, adaptarse a los tiempos que corren, y sobre todo integrar mercado laboral y estudios universitarios, diseñar carreras que se adecúen a la realidad profesional, y salir de la burbuja académica que vive.
Se deben formar profesionales académicos y experimentados de manera activa en empresas culturales existentes. Y no en una semana, ni en el último año, sino durante toda la carrera. Y de una manera productiva, no sólo intelectual, vocacional o para “gastar créditos”, saber el valor de ser productivo, el valor de la relación trabajo-coste-beneficios. De una manera natural, donde empresa y académico vayan de la mano.
Un alumno debe ser un profesional cuando acabe la carrera, no plantearse qué profesional “puede” ser al salir. Y eso sólo se conseguirá cambiando la mentalidad tanto de profesores como de alumnos, cambiando el sistema universitario, y trabajando duro. Estableciendo colaboraciones entre la universidad y las empresas culturales, tanto públicas como privadas. Dar a conocer las diferentes salidas reales que hay actualmente en el mercado, tanto nacional como internacional. Dar las herramientas para crear la propia empresa cultural, fomentar el espíritu emprendedor, no sólo formar a “asalariados”… dejar a un lado la educación opositora como única opción…y por supuesto estar al día con las nuevas profesiones y con las nuevas herramientas educativas.
No estoy hablando de dinero, que no os engañen, sino de mentalidad. El cambio no supondría costos adicionales. Entonces ¿Por qué no se hace? Lo dejaré en el aire para que cada uno lo piense, y acabaré citando una frase de Benjamin Franklin, como hiciera Ken Robinson al inicio de una conferencia: «Hay 3 tipos de personas en el mundo: los inamovibles, los movibles y los que se mueven”.