Preludio
Espero.
Durante algún tiempo permanecí tumbada, esperando. ¿A qué? ¿A qué el día ante mi ventana adoptase otro color y los ruidos me animasen a emprender la actividad que tocaba? ¿A qué el hábito rompiera mi resistencia matutina a cruzar el umbral del día y ser hoy de nuevo un ser humano con dos piernas, con su partida de nacimiento, su oficio y su dirección? ¿Por qué no esperar hasta que pase esta fase de desgana? Y enseguida me pregunto: pero ¿espero a que ocurra algo, o que algo deje de ocurrir? Quizá ambas cosas sean lo mismo: lo que debe cesar solo cesa porque otra cosa lo expulsa. Porque algo nos espera más allá de las siete colinas del tiempo. Y cuanto mayor es el temor con que espero, más me acecha tras la siguiente esquina. El que espera se encuentra en una extraña posición: atado al potro del tiempo, es la propia alfombra roja del Elíseo de la expectativa, la que añora los primeros pasos. Así, esperar es hacerse amigo de la paradoja.
Andrea Köhler, El tiempo regalado, 2020 (Editorial Libros del Asteroide)
Hace 2 años, o algo más, tomé esta fotografía de parte de mi escritorio. Andaba barruntando, reflexionando, problematizando sobre el concepto “tiempo”, y como existen diferentes formas de representarlo, medirlo… En esta simple imagen se encuentran algunas de ellas:
- El reloj como fórmula más al uso de enmarcar el tiempo. No obstante, el reloj aquí mostrado está parado desde marzo de 2013. Pertenecía a mi abuela, que le daba cuerda casi a diario, un gesto que nunca olvidaré.
- La piel agrietada por el paso del tiempo, el uso de las manos que sostienen tantas historias, a las cuales se les aplica amorosamente crema para aminorar la vejez.
- La taza siempre llena de agua, que ayuda a calmar la sed en el día a día, y recuerda, desde el cariño y el afecto, las pérdidas que han producido más dolor en este tiempo.
- La arena del desierto de Merzouga (Marruecos), recogida ya hace tiempo (allá por el 2016) y que significó una manera de confrontarse con los miedos personales y… salvarlos, en parte.
- El reloj de arena, procedente de un juego… tal vez como la vida que ese convierte en lúdica, a veces, cuando nos divierten las reglas, y en terror cuando nos asustan y nos aterra lo que nos brinda.
- El dibujo de mi sobrino, al cual llevábamos esperando tanto tiempo (nada más y nada menos que 10 años) y que vino a romper los esquemas establecidos y con su existencia me ayudo a identificarme,.
- Las hojas secas, fruto del paso del tiempo, sobre los libros que guían la acción personal y profesional.
- Los instrumentos de escritura y de archivo, todos ellos elementos que ayudan a apresar el tiempo en un formato específico y sirven para fijar y desarrollar ideas o, incluso, para perderlas.
Vuelvo a alimentar esta web. Es un deseo que he tenido a lo largo de los 5 años en los que ha estado parada. Un intervalo de tiempo en el cual han sucedido muchas cosas: ha habido cosas buenas y no tan buenas; ha habido pozos, pero también picos de montaña; ha habido vulnerabilidad e inseguridad que se han enfrentado con dosis de energía, buenas compañías y grandes charlas.
Ha sido un tiempo plagado de conflictos personales y profesionales que, como casi todo lo que se emprende desde esta voz que habla y se narra, ha servido para tejer aprendizajes valientes, creativos y poderosos.
Música ha existido en este tiempo y, espero, que en alguna de las entradas que sigan a esta, haya ejemplos de esas piezas, obsesiones, acompañamientos, melodías, detonadores… que ha habido en este devenir de 5 años.
Frame Videoclip. Valeria Castro, Guerrera, 2021. Fuente: YouTube.
Recomenzamos…
Stella